viernes, 20 de junio de 2008

Homenaje al Cardenal Gantin, valor y esperanza de Africa

El Cardenal Bernardin Gantin, natural de Benín (África), falleció el 13 de Mayo de 2008, en París a los 86 años de edad.
El Cardenal Gantin nació en Toffo, en la diócesis de Cotonou, en Benín, el 8 de mayo de 1922. Fue creado cardenal por el Papa Pablo VI en el consistorio del 27 de junio de 1977.
Convocado a Roma, transcurrió más de treinta años en la Curia Romana, donde se desempeñó como Prefecto de la Congregación para los Obispos, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina y fue nombrado Decano del Colegio Cardenalicio por el Papa Juan Pablo II.
El Cardenal Bernardin Gantin fue uno de los más queridos colaboradores del Papa Juan Pablo II. Contra la tradición, el Cardenal suplicó al Papa Juan Pablo II verse liberado del cargo en 2002 para regresar a Benín para dedicarse a la labor apostólica y misional.
El Pontífice aceptó el pedido con una carta en la que expresaba su especial afecto y admiración por la fidelidad del Cardenal Gantin, así como el celo pastoral que lo llevaba a renunciar a la vida en la curia para regresar como Pastor a su tierra natal.
Sin embargo, las complicaciones de salud lo obligaron a desplazarse a París para un tratamiento médico más intenso. El Cardenal falleció el pasado
Benedicto XVI le recordó, en la homilía que pronunció en la basílica de San Pedro después de la santa misa en sufragio por el difunto purpurado, como una "síntesis maravillosa de la cultura e identidad africana y de los valores evangélicos".
El pontífice recordó que el purpurado fue "el primer eclesiástico africano que desarrolló encargos de altísima responsabilidad en la Curia Romana, siempre con su característico estilo humilde y sencillo". Su secreto, aseguró, estaba en seguir el consejo que le dejó su madre al ser creado cardenal: "Non dimenticarti mai del lontano e piccolo villaggio dal quale proveniamo" (no te olvides nunca, del pequeño y lejano pueblito del que provenimos).
Gantin fue un eclesiástico muy respetado en Roma, hasta el punto de que sonó como papable en el cónclave que eligió al polaco Wojtyla. Pablo VI lo creó cardenal en 1977, en el mismo consistorio en que recibió también la púrpura Ratzinger. Los dos trabajaron juntos en la ejecución de algunas decisiones polémicas de Juan Pablo II, el primero como el encargado de poner o quitar obispos, y Ratzinger como policía de la fe.
Entre los episodios más sobresalientes está el aplastamiento de los teólogos de la liberación latinoamericanos. El catalán Pedro Casaldáliga, obispo emérito de São Félix (Brasil), contó en 1988 cómo tuvo que viajar a Roma dos años antes para la visita ad limina que los obispos han de rendir en el Vaticano cada lustro. Él no había cumplido con ese trámite en 17 años y acudió después de recibir de Gantin "dos cartas agrias que me cobraban esa visita".
El Cardenal Gantin le dejó al mundo, un legado impresionante y que pocos pueden dejar de observar: El valor del trabajo, la constancia, la moral y sus ganas de construir un mundo mejor. Convencido de su fe y de sus creencias, Gantin inspiró al clero Africano y a los habitantes de su continente a tener la esperanza que sí es posible vivir y desarrollarse incluso en las condiciones más adversas. Ojala y el mundo pudiese tener más Cardenales sabios y santos como Gantin.
Dale, Señor, el descanso eterno y brille para él la luz perpetua. Descanse en paz, Cardenal Gantin.

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